lunes, 26 de abril de 2010

LA RABIA DE UN PEQUEÑO SER IRIDISCENTE

fué circulando la luz natural hasta dar fin a la artificial,desenredando los amaneceres sin romper los hilos finos que la protegen y sin pedir permiso al misero botón que cada noche la enciende y que a la mañana se queda muda y vacia,escondida en un rincón para que no le pueda hacer daño el sol.

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